BMW hace una versión más ‘prêt-à-porter’ de la S1000RR. La nueva BMW S1000R se desprende del carenado, suaviza un poco su carácter y se convierte en una naked bastante radical. 13.750 euros, el precio de la penúltima maravilla de BMW.
BMW define la S1000R como una moto deportiva naked. Y no hay mucho más que decir en cuanto a lograr un enunciado escueto para una moto capaz de ponerte contra las cuerdas en términos de potencia, aceleración… e incluso circuito, como defienden en Prensa y Comunicación de la marca alemana.
En BMW se han dado cuenta de que existe un gran público para este tipo de motos, pilotos del día a día que necesitan esos caballos extra no entre semáforo y semáforo, sino cuando el calendario se viste de fin de semana y retorcer la oreja de esta mala bestia se convierte en un desafío… y por supuesto en un gran placer. Todas las marcas de postín tienen una moto en esta guerra, veteranas como la Ducati Diavel, novedosas como la KTM Super Duke R 1290, o las inmediatas Monster 1200. Las japonesas ya tienen sus armas bien afiladas y BMW necesitaba ligereza y agilidad sin perder potencia, de ahí vienen unas cifras a tener muy en cuenta: 207 kilos, más de 250 km/h, 0-100 km/h en 3,2 segundos, 112 Nm de Par Motor… y 160 caballos a tu disposición. Mareante.
La BMW S1000R hereda de su hermana megadeportiva S1000RR la posición de conducción, bastante radical, pese a la nueva geometría de la horquilla, que la hace perder algo de la agilidad innata de la referencia de la familia. La pose sigue siendo deportiva, pese a todo, eso es innegociable. Lo mismo que la tecnología que cultiva BMW con mimo y que dosifica, por desgracia para los bolsillos más justos, a golpe de billete. Si ves una S1000R con la horquilla en negro, será que es de las más básicas en equipamiento. Si es de color dorada, puede ir de gadgets hasta las trancas, como el DDC, un control de tracción made in BMW.
No faltan los modos de conducción en esta S1000R, el rain y el road vienen de serie, el Dynamic y el Dynamic Pro necesitan un esfuerzo económico extra, que a nosotros se nos antoja casi necesario, a tenor de lo que puede personalizar la moto a nivel dinámico en cada momento concreto. El ASC sí es de serie en toda la gama, aunque permite algún pequeño deslizamiento si se busca. También el amortiguador de dirección es de serie.
En cuanto a la dulcificación de potencia, el motor ‘se acaba’ unas 2.000 vueltas antes que en la ‘muchimencionada’ S1000RR, pero hasta ese momento, gracias a una estudiada y cuidada electrónica, la línea de entrega de potencia es prácticamente calcada a la referencia deportiva del mercado sobre dos ruedas.
Es BMW, y como tal, no puede faltar unacompletísima instrumentación, con toda la información que puedas desear. Puedes tener, de cara a su uso en circuito, hasta un marcador de ‘best lap in progress’. Cuenta con un depósito ligerísimo capaz de albergar 17,5 litros y entre los extras puedes poner hasta el control de crucer (389 euros).
BMW ha decidido agrupar en dos paquetes las principales opciones a montar. En el Sport tienes por 961 euros el Shifter, DTC, Modos Pro y Control de Crucero. En el Paquete Dinámico, por 1.107 euros encontrarás el DDC, puños calefactables, Led… Eso sí, la protección aerodinámica de serie es cero, y ya te digo que la mini cúpula del catálogo es muy, pero que muy efectiva… casi necesaria, diría yo.
Tres colores, blanco, rojo y un azul oscuro metalizado muy nocturno son las claves cromáticas de una moto que, como dijimos al principio, puede ser tuya desde el 8 de marzo de 2014 que se pone a la venta, por 13.750 euros.
CON LA BMW S1000R POR LA PROVINCIA DE MADRID
Casi cien kilómetros de curvas y más curvas, casi siempre con asfalto en excelente estado, han dado una buena medida de lo que es capaz esta BMW S1000R. Una moto que, desde el primer segundo, exige toda tu atención. No admite bromas ni medias tintas. Si no estás pendiente de lo que tienes entre manos con toda tu atención, todas las cualidades que la convierten en excitante se pueden volver contra ti.
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Es una moto bastante radical, y es que con los genes que hereda no puede ser de otra forma. La posición de conducción, pese a ser menos radical que en la S1000RR, sigue siendo bastante exigente. El manillar está un poco más alto, pero aún así agradecerías un par de centímetros más de altura. Es justo la diferencia entre acabar molido después de la ruta del finde o disfrutar dándola un manguerazo o tomarte un buen postre con ganas, lejos de la fatiga propia de una moto que no admite el turisteo… si te compras esta moto es para darle caña, porque lo pide.
Pesa poco, es estrechita y se mueve muy a gusto en terrenos revirados. Más que nada, es su hábitat. Entre los coches circula que da gusto, pero te sobran caballos y cinco marchas. En verdad, entre curva y curva, se puede hacer todo en segunda y tercera, porque estira una barbaridad. En bajos está llenísima y gana velocidad en cuanto se lo pides. En cualquier marcha en la zona media se muestra contundente y arriba, aunque se acaba antes que la RR, apunta hacia arriba con muchas ganas. Se agradece, en plena faena, el piloto blanco que te avisa mediante intermitencias que deberías cambiar de marcha. Y es que estiramos hasta las 11.000 vueltas y aún no llega el corte de encendido.
Con esta S1000R BMW sabe a lo que juega, y como intenta en cada segmento, quiere ser la referencia, como es con la S1000RR y la HP4, que todavía las ‘japos’ no le han echado el guante. Rodando se la nota fina, muy fina, equilibrada, aunque cuando empiezas a apurar notas cositas mejorables. Nos gustaría que entrase mejor en curva. No entra mal, pero no le ha sentado nada bien variar la geometría para hacerla algo más razonable. A cambio la frenada del doble disco delantero es brutal. Sin paliativos. Es acariciar con un dedo la maneta y se clava con efectividad total. La maneta del embrague tampoco es necesario que la aprietes del todo, la marcha entra sin apenas esfuerzo. A veces palanca de embrague y de freno trasero parecen invisibles, a poco que lleves los pies un poco separados. Ojo para no fallar en momentos críticos.
Cuando el marcador va más allá de los tres dígitos la moto, muy ligera, se la nota muy libre delante. Quizá tanto descargar peso de todas partes no le ha sentado demasiado bien al aplomo de ese tren delantero, que daría más confianza al piloto con algo más de peso y mejor pisado. Insisto en que no es una cosa para volverse loco, pero en estos 80-90 kilómetros es la sensación que nos ha dejado.
Jugamos con los modos de conducción, con la dureza en la amortiguación, y siempre parece un poco más seca y dura de lo que debería, aunque en modo road se le nota en su posición más equilibrada.
Descubrimos que los espejos retrovisores, de tamaño coherente, vibran más de la cuenta. En nuestra unidad por el izquierdo, a más de 100 km/h, poco se veía con nitidez, pero no lo tengas demasiado en cuenta, pues bien pudiera ser un mal ajuste de nuestra montura en particular.
Eso sí, cuando te compres esta moto, como si no quieres poner ningún extra… pero la pequeña cúpula que ves en alguna de las fotos… es indispensable. En la que viene sólo con un mínimo deflector en la zona de los relojes todo el aire te da en todo tu ser. Nada se lo impide, y ya sabes que a 200 o más no es fácil agarrarte a la moto para no salir despedido y apurar y trazar con seguridad.
Es muy fácil hacerte un ovillo sobre el depósito y dar gas. Ojo al puño que tiene un recorrido grande y o calculas desde el principio o aún quedará recorrido sin haber alcanzado el cien por cien de power.
Eso sí, una cosa te digo. Invéntate otra excusa si no eres el que llega primero al aperitivo a la Cruz Verde. Con la S1000R no valen los ‘se me queda pequeña’ y similares. Tampoco el ‘os he dado ventaja’. Es una moto que va muy pero que muy rápido, acelera como el demonio y sus excelentes Diablo Corsa Rosso se muestran impecables. Se puede pulir alguna cosilla de entrada en curva y de posición a los mandos, pero, por lo demás, estamos ante una moto total, ‘devoracurvas’ con pedigrí, lástima de un poco más de protección para escapadas y viajes más o menos largos.
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